Tamara, sí, así se llamaba… o eso me parecía a mí. La dulce muchacha de cabello rizado y lentes gruesos, seguía allí, sentada
Autor
Escritor Amargo
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como todo artista, su crítico más duro y cruel, no era otro que sí mismo.
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No hubo queja alguna en su despedida muda. No hubo queja ni lamento en su último suspiro
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Convocatoria #NTNarraciones Transeúntes
Recuerdos al despertar, fragmentos de una memoria rota
Por, Escritor AmargoPor, Escritor AmargoCaminaba con la vista perdida en el horizonte y su cabello se revolvía violentamente con el viento arremolinado alrededor suyo y hacía ondear su ropa, que más que ropa, era un conjunto de harapos miserables, haciendo el intento de cubrir triste y precariamente un cuerpo